Por: Cristina Ballester
Desde pequeña, escribir lecciones en la escuela me aburría y agotaba. Sin embargo, en mi tiempo libre disfrutaba anotar cosas que mi mamá me indicaba, como la lista del súper o la ropa que debía llevar a un viaje, al igual que escribirle a Santa y jugar a la escuela o panadería con mis amigas y hermana. No consideraba esto como una pasión a la escritura, hasta que le pedí prestada su laptop a mi papá para lograr darle forma a una historia que visualicé durante un viaje en Cancún con mi mamá y hermana. Al ver mis ideas cobrar vida en el documento, mi mente y manos solo siguieron redactando. Después de ese proyecto, he podido seguir expresándome literariamente y encontré la manera de disfrutar escribir lecciones decorándolas a mi gusto.
La escritura se convirtió en uno de mis hobbies favoritos, aunque no lo haga todos los días. También descubrí maneras de fusionar mis otros gustos con ella. Por ejemplo, con el cine: puedo escribir los guiones de las escenas que posteriormente grabaré y editaré, terminando satisfecha. Aparte, al amar la cocina, crear un libro de recetas personalizado mejora la experiencia. Espero, a futuro, seguir sintiendo esta pasión y paz al escribir cualquier tipo de texto y no abandonar este pasatiempo, aunque no sea más que eso.