Constanza Corzo Escandón
06 may 2024
El florecimiento de una escritora
A lo largo de mi vida, he tenido muchas experiencias junto a la escritura, las cuales evolucionaron conmigo en mi recorrido por la vida académica, donde siempre me esforcé...
A lo largo de mi vida, he tenido muchas experiencias junto a laescritura, las cuales evolucionaron conmigo en mi recorrido porla vida académica, donde siempre me esforcé al máximo parapoder mejorar mis habilidades y ser reconocida por hacer unbuen trabajo. Sin embargo, a pesar de haber tantas, hoy vengoa hablarte de sólo una, la que plantó la semilla de la escritura enmi cabeza.El recuerdo más remoto que comparto con esta actividadsucedió en segundo de primaria. Mi profesora de español nosdejó una tarea de las que proponía el dichoso libro SEP comoproyecto: escribir un cuento corto. Para éste, me propuse hacerun gran esfuerzo para ser uno de los mejores, si no es que eltrabajo más impactante que presentarían mis compañeros.Previo a comenzar la lluvia de ideas del desarrollo de estecuento, le pedí ayuda a mi mamá en cómo presentar el trabajo,de manera que pareciera un libro de verdad, mandado aimprimir. Ella me propuso comprar un metro de un papelparecido al pergamino, me gustó la idea y procedí a ponermemanos a la obra. ¿Cómo le haríamos para engrapar ycompaginar el texto? Lo pensaríamos después.Así, después de idear el diseño, comenzó el verdadero reto:inventar, estructurar y escribir un cuento. Sinceramente, nuncame había enfrentado a un desafío de ese calibre, y menos a esaedad. Sí, había escrito autobiografías cortas y mi opinión sobrelas pequeñas lecturas que nos enviaban para trabajar en casa,pero nunca había dado a luz a una historia totalmente inédita.De esta manera, hice lo que cualquier niña de siete años haríacon una tarea que no sabe cómo hacer: le pedí ayuda a mimamá, de nuevo. No recuerdo exactamente cómo surgimoscon la idea, seguramente fue porque recientemente habíamosvisitado el Zoológico de Chapultepec, así que sí, el cuentotrataba de la amistad entre los animales que habitaban en estelugar.La tarea me tomó varios días. El proceso transcurrió de estamanera: escribía mis ideas en una hoja en blanco, mi mamá lasleía, corregía ortografía y gramática, me recomendaba cómoenriquecer la historia y yo la escribía en el pliego de papelpergamino. Honestamente, no recuerdo mucho de qué tratabala trama y actualmente tampoco tengo manera de consultarlo,pero disfruté mucho el proceso de ese proyecto.Así pues, después de todo ese largo tiempo de sudor ylágrimas, llegó la hora de entregarlo. No me sorprendí paranada cuando mi profesora me dijo que era el mejor trabajo quehabía recibido en sus muchos años de docencia, a final decuentas, ese era el objetivo de todo mi esfuerzo y dedicación.A día de hoy, sigo sin saber dónde está ese cuento. Mi docentelo calificó y nunca regresó a mis manos, aunque mi intuiciónme dice que ahora es usado como ejemplo de lo que es untrabajo creativo hecho con dedicación. Sin embargo, aunque nolo tenga en físico, siempre recordaré con cariño esa experienciaque me acercó más que nunca a esta actividad, porque así,comenzó la historia de una escritora.
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