Ana Díaz Infante Herrera
06 may 2024
Esperando en las escaleras
Si debo de situar en mi historia un inicio de mi relación con la escritura, comenzaría con una anécdota de mi infancia. Un momento muy importante en mi rutina de noche...
Si debo de situar en mi historia un inicio de mi relación con laescritura, comenzaría con una anécdota de mi infancia. Unmomento muy importante en mi rutina de noche cuando teníatres años era la hora del cuento, donde mis papás se turnabanpara sentarse a un lado de mi cama y relatarme una de lasvarias historias de nuestra pequeña biblioteca familiar.Un problema recurrente en esta rutina era la ocupada agenda demis papás, por lo que a veces me encontraba a las 8 de lanoche enpijamada, sentada en las escaleras con un libro muygrande para mis pequeños dedos, debajo de la anaranjada luzque iluminaba esa parte de la casa, con la esperanza de que miespera no fuera en vano. Esa niña sentada que en un momentofui, creció y aprendió, a un paso un poco lento, pero siempreseguro.Leer, escribir, hablar, comunicar, son palabras fáciles, peroacciones complicadas. Yo no hablé hasta a los 5 años, antes deeso solo hablaba en un idioma inventado, a base de palabras alrevés. Cómo me tardé en hablar, también lo hice en todo lodemás, por lo que eso me añadió una inseguridad cuando setrataba de expresar ideas y pensamientos. Además, deberíamencionar que tengo TDAH, en otras palabras, mi mente esdispersa y muy alocada; esto no lo sabía en primaria, por lo quemi educación fue un poco caótica, más eso no cambiaba migusto por los dibujos de los libros, lo único que en un momentoera lo que entendíaDesde que tengo memoria he sido una persona visual, de niñame interesaban los libros por los dibujos, por ello, la portadaera crucial para que decidiera leerlo o no. Podía pasar horasdibujando en una hoja con los variados crayones rotos y sucios,intentando imitar las llamativas imágenes que tenía a la mano, osea, libros con dibujos. Cuando aprendí a leer, vi que lasincreíbles imágenes tenían mucho que contar, tenían unahistoria, por lo que comencé a hacer eso también, darlestrasfondo a mis garabatos.Así, oficialmente inició mi relación con la escritura, comencé aescribir detalles de todo lo que mi cabeza creaba hasta formarpequeñas narrativas. Luego comencé a explorar estilos y me dicuenta de que amaba escribir poemas o escritos muypersonales y emocionales, hacer esto me ayudó a poderdescargar cosas que no podía soltar en ningún otro lugar. Hoyen día sigo aprendiendo, en especial a mantener un orden y nodejar de lado la ortografía, pues la niña que esperaba en lasescaleras, dejo de esperar y comenzó a escribir y dibujar suspropios libros que quizás después estén en una pequeñabiblioteca familiar, aunque aún no ha acabado este relato y estosolo ha sido un fragmento de lo que me ha pasado.
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